Grupos de
aprendizaje compartido para padres y madres.
El presente artículo se
basa en la experiencia recogida en cinco grupos de aprendizaje
compartido realitzados en el municipio de Alcanar.
Se ofertó a los centros
educativos del municipio, y se inició con dos grupos, de realización
consecutiva, que se desarrollaron en el CEIP Joan Batiste Serra. Otro
grupo se desarolló en el CEIP “Marjal” de Les Cases d'Alcanar.
Los participantes fueron padres y madres de niños y niñas de 6 a 12
años. Los dos grupos restantes se desarrollaron amparados por una
escuela infantil para niños de 0-3 años (Llar d'Infants Patufet).
Los grupos tenían un
màximo de 15 participantes, y eran conducidos por dos profesionales,
ambos psicólogos.
Se utilizó una
metodología de la que en ése momento no teníamos constancia de que
se hubiera empleado en el contexto de grupos de padres y madres: los
grupos T.
La bibliografía de
referencia fue escasa (citada al final del artículo).
A los padres se les
presentó inicialmente el contexto diciéndoles que se trataba de
aprender a hacer de padre y madre a partir del hecho de compartir la
experiencia; a partir del momento inicial se dejaba que fueran los
propios padres y madres los que realizaran las aportaciones que
dieran contenido al grupo.
Ciertamente al principio
ésta metodologia generó que algunos participantes expresaran su
incomodidad: preferían que fueran los dos profesionales los que
realizaran aportaciones. (La valoración que hicimos ambos
profesionales fue que se sentían cómodos con el modelo tradicional
de enseñanza-aprendizaje, en el que “los que saben” imparten su
sabiduría y conocimientos a “los alumnos/los que no saben”).
(En verdad la situación
era incómoda, por nueva, para todos, profesionales y padres y
madres. Realmente todos habíamos conocido, hasta ése momento una
experiencia de enseñanza-aprendizaje basada en el modelo
tradicional).
Las sesiones se
desarrollaban de ésta manera, con un pequeño descanso de 15
minutos, en el que los padres y madres normalmente salían de la sala
y los profesionales aprovechábamos para realizar anotaciones y
comentar cuestiones puntuales.
A partir de la cuarta
sesión, cambiamos la dinámica del grupo. La primera parte se
desarollaba de la misma manera, pero en la segunda parte el grupo se
partía en dos. Cada uno de estos grupos más pequeños tenía como
referente a uno de los dos profesionales.
En éste espacio más
pequeño, al que llamamos “grupo de consulta”, cada uno de los
participantes podía plantear al grupo alguna cuestión que les
preocupase sobre la educación y crianza de sus hijos. El resto de
participantes del grupo podía entonces realizar preguntas,
sugerencias y comentarios para ayudar a resolver dicha cuestión.
Normalmente, en la siguiente sesión del grupo de consulta la persona
que había planteado su caso realizaba una devolución/feedback al
grupo sobre los resultados de las sugerencias recibidas dias antes.
En este contexto de grupo más pequeño, el papel del profesional
difería un poco respecto de su actuación en el grupo grande: en
éste grupo pequeño participaba para dinamizar el grupo y que todos
los presentes realizaran algun tipo de aportación explícita, por
sencilla que fuera. Asimismo, en el caso de que las aportaciones
realizadas supusieran unas sugerencias que fueran en la línea de
un trato inadecuado para un menor, la intervención del profesional
se centraba en remarcar dicho aspecto y en reconducirlo, adoptando en
éstas ocasiones un rol claramente directivo.
A partir de la cuarta
sesión constatamos cómo los participantes fueron tomando cada vez
más protagonismo, siendo más activos, y abandonando de manera
definitiva los cuestionamientos al rol de los profesionales. (Cabe
señalar, de todas maneras, que hubo algun participante que no aceptó
dicho rol y que lo explicitó y llegó a abandonar el grupo por ello,
lo cual no supuso ningún obstáculo para el funcionamiento de dicho
grupo, más bien al contrario).
En las sucesivas
sesiones, de la quinta a la décima, el grupo mostró un
funcionamiento que aparentemente era independiente de la presencia de
los profesionales: en el contexto de grupo grande los participantes
raramente manifestaban la necesidad de la intervención de los
profesionales, y tan sólo reconocían su presencia cuando éstos
señalaban “que ya era la hora”. En el contexto del grupo de
consulta, más pequeño, los participantes se mostraban tan activos
para con la persona que planteaba una duda que la aportación del
profesional raramente debía de consistir en reconducciones
contundentes.
También a partir de la
cuarta sesión ofrecimos a los participantes un espacio de consulta
individual, a demanda, que se llevaba a cabo al finalizar las
sesiones. En dicho espacio los participantes podían plantear a los
profesionales cualquier tipo de duda o consulta que consideraran
oportuna sobre su práctica cotidiana como padre o madre. En éste
caso era el profesional el que realizaba las observaciones que
considerara oportunas.
Finalmente, constatamos
que alguno de los grupos decidió seguir por su cuenta con las
sesiones. No realizaron petición de presencia a los profesionales,
sino que se valoraron a sí mismos como capaces de mantener una
dinámica de encuentros que consideraban positiva.
En general, creemos que
el espacio facilitado supuso una oportunidad para que los
participantes disfrutaran de un contexto en el que compartir sus
experiencias y constatar:
- que contaban ya con un repertorio de habilidades que les hacía competentes como padres y madres (y del que a menudo no eran conscientes).
- Que podían aprender nuevas habilidades y mejorar sus competencias a partir del hecho de escuchar y preguntar a otros que se hallaban en épocas similares de su ciclo vital.
- Que ellos mismos podían incrementar su protagonismo en la toma de decisiones referidas a la educación de sus hijos, pudiendo prescindir de la dependencia de los profesionales en gran manera.
- Que el espacio grupal puede ser un buen instrumento a través del cual realizar intervenciones de prevención (de diferente intensidad) de conductas parentales inadecuadas.
A partir de éste momento
nos proponemos recabar los recursos necesarios para desarrollar
nuevos espacios grupales. Es para nosotros especialmente importante
poder sistematizar éstos espacios para someterlos al estudio crítico
de la comunidad, con la pretensión de obtener instrumentos de
intervención sencillos, efectivos y que estén al alcance de
comunidades con recursos limitados.
Bibliografía:
Bleger, José ( 1971 ):
Temas de psicología.(Entrevistas y grupos). Ed. Nueva Visión.
Rice, A.K. (1985):
Aprendizaje de liderazgo. Ed Herder.